Restructuración y justicia.

Hacer una mudanza y su versión más light, pintar la casa, a veces proporcionan algunos buenos ratos. Cuando llega el momento de abrir las cajas y sacar todo lo que guardamos a toda prisa y sin mirar, aparecen cosas que reclaman nuestra atención.

Mi preferidas son las cajas de libros, bloques macizos y pesados donde aparecen grandes sorpresas: ejemplares olvidados y que nunca llegaron a ser leídos digamos que por falta de tiempo. El hallazgo de esta mañana se llama “Animal Spirits”, el libro que en el 2009 escribieron Akerlof y Schiller para explicar la gran crisis y que se subtitula “Cómo la psicología impulsa la economía y por qué es importante para el capitalismo global”.

El segundo capítulo (compruebo con sorpresa lo que en su momento subrayé) reza: Fairness (justicia o también equidad). Los humanos somos muy sensibles a la justicia.Tan sensibles que estamos dispuestos a pagar para castigar las actuaciones poco justas o los abusos de poder. Nada hay peor que un abusón en el colegio. Y en lo económico, ¿qué se puede decir de un precio abusivo derivado de una posición excesivamente ventajosa en una negociación?

Los humanos necesitamos imponer la justicia en el mundo. Ante los golpes del destino o los tristes acontecimientos azarosos nos preguntamos si la persona afectada se lo merecía o no. El merecimiento es una parte fundamental de la idea de justicia. Saber que aunque doloroso e inevitable los efectos de un incidente responden a los merecimientos de quién los sufre nos deja mucho más tranquilos. Todavía hay justicia en el mundo, nos decimos, aunque quién imponga el sufrimiento sea tan ajeno a la idea de justicia como el propio universo, azaroso e imprevisible.

La sed de justicia es un poderoso motor. Nos moviliza para conseguir cierto equilibrio hasta extremos insospechados. La historia del hombre puede ser explicada por comportamientos que persiguen restablecer lo justo tras una suficiente acumulación de injusticias derivadas de un exceso de poder. Comportamientos aberrantes nos lo parecen menos cuando tienen como fondo el restablecimiento de la justicia.

Pero también hay algo de estético en la justicia. Los actos que ignoran los merecimientos de las personas se describen como feos. Eso es muy feo, decimos, o, se hizo de forma muy fea. Esta fealdad va comúnmente asociada a segundas partes como, “él no se lo merecía”. En definitiva, la injusticia es fea y además nos provoca desde intranquilidad, hasta irritación o directamente ira.

En los casos de compañías en procesos de reestructuración, los estudios han demostrado que cuando los individuos perciben que una organización ha actuado con equidad en el proceso, es mucho más probable que apoyen las decisiones. Esto empieza por ayudar a los individuos a entender las razones estratégicas por las que la reestructuración es necesaria. Los directivos suelen estar muy familiarizados con las razones y pueden suponer (falsamente) que los demás también son conscientes y están convencidos. Si no se sabe con claridad por qué es necesaria, los empleados considerarán que la reestructuración es arbitraria, lo que aumentará la frustración e incluso la ira. Los líderes deben crear una narrativa convincente sobre por qué son necesarios los cambios y qué oportunidades podrá aprovechar la organización gracias a ellos.

Para la mayoría de los empleados, la reestructuración representa una amenaza y desencadena una fuerte respuesta de supervivencia. Esto conduce a sentimientos de miedo, ansiedad y rabia, y la confianza en la dirección disminuye. Toda la energía se dirige a protegerse contra esta amenaza y la atención a los verdaderos problemas y oportunidades de la empresa se evapora.

Los médicos que no se toman el tiempo necesario para explicar los tratamientos y responder a las preguntas de los pacientes son mucho más propensos a enfrentarse a demandas por mala praxis. Al comunicar no sólo qué decisiones se han tomado, sino también cómo y por qué se han tomado, los líderes pueden ayudar a eliminar parte de la ambigüedad que conduce a la ansiedad que induce el modo de supervivencia. Saber que las decisiones sobre quién se queda y quién se va se tomaron con una cuidadosa consideración y criterios razonables y no de forma indiscriminada (o peor, basándose en el favoritismo o la política) contribuye en gran medida a reducir la ira y la frustración.

Evitemos que digan que digan que lo hicieron de manera muy fea.

Jose Maria Toran