Asesinando la organización para dar espacio al crecimiento.

Toda organización madura encierra en sí misma una barrera al crecimiento. La propia existencia de una organización consolidada, sea cual sea, ralentiza la aplicación de la estrategia y lastra los esfuerzos por alcanzar las posiciones necesarias para la competitividad y el fuerte crecimiento. Todas las empresas cuya ambición es un crecimiento significativo lo reconocen y las razones de ello son conocidas:

La escasa concentración de la organización en los nuevos proyectos.

La organización siempre se centra en su principal actividad. Promueve el pensamiento a corto plazo y se concentra naturalmente en actividades maduras. Los segmentos de crecimiento tienen diferentes limitaciones y prioridades que los segmentos maduros. Necesitan diferentes habilidades de gestión y diferentes estructuras organizativas.

La participación de los negocios maduros en los sistemas de incentivos de los managers.

Las organizaciones que se centran en los negocios maduros y rentables favorecen la rentabilidad a corto plazo, en lugar de invertir su tiempo en segmentos de crecimiento que normalmente ofrecen una rentabilidad inmediata menor. En general, cuando se trata de sistemas de gestión y de incentivos, no se distingue entre actividades maduras, en las que es necesario optimizar los márgenes y el capital empleado, y actividades de crecimiento, en las que se requieren inversiones para alcanzar posiciones de liderazgo, así como actitudes más orientadas a la experimentación y el aprendizaje.

Los hábitos de la organización.

Puede ser difícil para las organizaciones y los empleados acostumbrados a trabajar en entornos maduros tener los “instintos” adecuados para los entornos de crecimiento. Cuando una organización está acostumbrada a pensar en términos de optimización y valor añadido, es más difícil desarrollar modelos de alto crecimiento que requieran diferentes enfoques y una gran flexibilidad. Esto Implica un cambio significativo de enfoque y hábitos organizativos. Las organizaciones en esta situación se exponen a un claro dilema: No pueden ser marginales a riesgo de ser ineficaces. Requieren por tanto la aceptación de alguna disfunción o suboptimización temporal. Para ello es necesario adoptar actitudes más emprendedoras y el reconocimiento de que a lo largo del camino tendremos que modificar el rumbo no una, si no varias veces hasta adoptar la velocidad de crucero.

A veces, la organización debe ser "asesinada" para dar espacio al crecimiento.

Jose Maria Toran