Una organización para el éxito.

Se suele decir que la capacidad crítica de un líder al diseñar una organización es la de poner a todos sus integrantes en línea. Esto es seguramente verdad, pero…¿en línea hacia dónde?

Cuando se trata de mejorar las capacidades de ejecución de una organización, los problemas relacionados con los nuevos productos, la introducción en nuevos mercados e incluso los problemas relacionados con el precio óptimo están enmarcados en un contexto mayor: ¿sabe mi organización lo que significa tener éxito y cómo conseguirlo? ¿Conoce cada integrante de la organización cuál es su papel en este plan?

Las compañías exitosas consiguen alinear sus operaciones, desde el consejo hasta la recepcionista, para conseguir una coherencia total con el plan. Revisan el plan de forma frecuente y se encargan de comunicar a cada empleado cuál es su papel en la consecución del éxito.

Estas compañías desarrollan una “teoría del éxito”, basada en profundas creencias acerca de cómo se satisface a los clientes y cómo se crea valor en el negocio que se han demostrado exitosas una y otra vez. Los comportamientos de los integrantes de la organización son coherentes con esas creencias y valores porque la propia organización se encarga de premiar de forma sistemática aquellos comportamientos que se han demostrado eficaces.

Existe la convicción de que el éxito solo puede conseguirse si cada función de la compañía y cada persona dentro de cada función comparte una serie de principios acerca del negocio y de cómo se consigue el éxito y este mensaje se pone de manifiesto en cada movimiento de la organización.

Las compañías que compiten en mercados altamente competitivos y han entendido correctamente que el cliente está en el centro de las operaciones comparten las siguientes ideas básicas acerca de cómo se consigue el éxito:

  • Así es cómo funciona nuestro mercado: cuáles son las reglas básicas que gobiernan este mercado. Cuáles son los principios no explícitos que gobiernan la demanda, pero que cada competidor sabe que existen.

  • Así es cómo funcionan nuestros competidores: No es solo conocer sus productos, sus segmentos de clientes etc…si no de forma más profunda cuál es su estilo dentro del juego. Qué tipo de organismo es.

  • Así es como funcionamos nosotros: cómo nos acercamos y creamos valor para los clientes, para los accionistas, para los empleados y para la sociedad en general. Cuáles son nuestra reglas de conducta, nuestro estilo de estar en el mundo como organización.

  • Y este es el por qué nosotros ganamos: es la comprensión por parte de todos los miembros de la organización de que lo que hacemos y lo que somos representa una ventaja frente a nuestros competidores. Constituye la internalización de la teoría del éxito que guía las acciones de todos sus miembros.

El alineamiento pasa por una comprensión del rol de cada uno.

Ninguna estrategia puede ser exitosa sin una ejecución coherente. Y una ejecución eficaz solo puede ser posible si hay una internalización por parte de los individuos de la teoría del éxito de la organización y si cada uno comprende su propio papel dentro de ella.

En economías cada vez más globalizadas, con procesos cada vez más soportados por tecnologías que permiten una mayor independencia de cada una de las personas participantes, en muchos casos geográficamente distantes, el alineamiento es una auténtica ventaja competitiva.

El instrumento para el alineamiento estratégico adopta muchos nombres: modelo mental del éxito, cultura del éxito, teoría del éxito, actitud, orientación, etc…pero lo llamemos como lo llamemos y para que cumpla su función deben producirse una serie de condiciones:

  • Esta basado en una filosofía. La gente quiere saber por qué se hacen las cosas.

  • Incorpora creencias y valores.

  • Guía las decisiones en incertidumbre.

  • Está plenamente soportado por el comportamiento de los gestores de personas.

  • Baña a toda la organización

La filosofía dicta la técnica.

Una verdadera teoría del éxito, como una cultura, no es una colección de técnicas. La técnica es replicable. Una filosofía que guía la acción, compartida por la organización, es una ventaja competitiva.

Una filosofía nos provee de un porqué hacemos las cosas de una manera determinada. Constituye los cimientos de la actividad y las operaciones. No es tanto lo que hacemos, si no el porqué lo hacemos.

Con una filosofía clara, cada persona en la organización es capaz de crear sus propias técnicas para cada situación y lo más importante, con una filosofía y valores claros las personas en la organización son capaces de pensar de manera coherente ante lo inesperado.

Jose Maria Toran